Sergio Yaruro, el ingeniero mecatrónico que se convirtió en arepólogo y revolucionó la cocina local
Sergio Andrés Yaruro Álvarez es ingeniero mecatrónico, especialista en automatización industrial y trabajó durante nueve años en el sector petrolero. Sin embargo, su verdadera pasión lo llevó por un camino inesperado: la cocina local. Hoy es creador, CEO y mente detrás de La Arepería La Ocañerita y Vacanos, dos marcas gastronómicas que han conquistado paladares y corazones en varias regiones del país.
“Ese concepto me lo dieron en una entrevista para una revista de Bucaramanga. Me pareció chévere, porque la verdad sí nos convertimos quizás no en areperos, sino en arepólogos”
Aunque hoy es un referente gastronómico, Sergio empezó desde cero. Su emprendimiento nació después de la pandemia, en un modelo inicial donde otros ponían el capital y él, el conocimiento.
“Duramos así unos 3-4 meses, pero el que no ama la cocina no debería meterse en esto”, dice. Finalmente, asumió todo el control y convirtió lo que era un hobby en una marca potente.

Con Vacanos, ha llevado la cocina local a otro nivel. “Ahora tenemos puras hamburguesas de autor, cortes nacionales e internacionales, tártaras elaboradas, aderezos más fuertes, platos especiales como filete miñón, lomitos gratinados, mariscos, cocteles, mojarras… Básicamente, todo lo relacionado con carnes. Hacemos shows de comida, vamos a eventos, fiestas, matrimonios. Es una vaina bacana, como su nombre lo dice”.
El éxito no ha sido casualidad. Sergio entendió que emprender también es proyectarse. Estudió el modelo de franquicias y hoy sus marcas están presentes en ciudades como Cúcuta, Barrancabermeja, Bucaramanga, Aguachica y Medellín.
“Siempre tuvimos la convicción de mantener el sabor a hogar. Creamos nuevos productos todos los años. Pensamos en todos: el areperro, la areburger, la arepizza, la cajita feliz para niños, y la cañera gourmet para los más exigentes. Innovamos, pero con raíces”.

Además de cocinar, Sergio asesora a otros emprendedores. Su primer consejo: tener tiempo. “Esto genera mucho tiempo. Vos sabés cuándo llegás al negocio, pero no cuándo te vas. Todo el tiempo estás pensando en comida, en evolución”, asegura.
Pero si hay una palabra que lo define es perseverancia. “Lamentablemente, los latinos queremos enriquecernos en dos o tres meses, y no, esto es de años de dedicación. Hay que evolucionar lo que ya existe, darle importancia. Mira, con un producto básico como la arepa, a dónde hemos llegado. Hemos cruzado fronteras, ganado premios, somos un ícono en la región”.
Y para quienes dudan si emprender o no, deja una reflexión potente: “Qué bonito que algún día alguien te diga en la calle: ‘gracias a vos, nunca me rendí’. Eso es un ejemplo a seguir”.