La civilización del espectáculo. Crónica de una humanidad en decadencia
La civilización del espectáculo, es un ensayo del escritor peruano y nobel de literatura Mario Vargas Llosa a quien tuve la oportunidad de conocer en la feria internacional del libro en Bogotá en el año 2018. De este ensayo, publicado en 2012, quiero tomar el título de esta columna y a partir de su contenido hacer una reflexión ante los últimos acontecimientos que se han venido presentando en nuestra región, ya que esta es la frase que se me viene a la cabeza cada vez que ocurre algo similar, veamos:
Esta semana mi alma se estremeció por dos hechos tremendamente impactantes, y ambos ocurrieron el mismo día y en la misma ciudad. Comencé viendo dos videos cortos, que hasta ese momento eran confusos: una mujer tirada en el asfalto de una de las calles céntricas de Ocaña que todos conocemos. Al pasar los minutos, se fue aclarando un poco la noticia, porque aun es confusa, sobre todo para mí que no logro comprender muchas cosas. Muchos afirman que se trató de un suicidio y tejen la historia, de forma inconexa, por su puesto, de todo lo que está detrás de la supuesta acción, pues no puedo asegurar que se trate de eso, porque primero el video de la terraza del centro comercial segundos antes donde se ve a la occisa, para mi sigue siendo confuso, en palabras de una amiga, parece que ella estuviera “obnubilada” y segundo porque al no conocer la etiología de las supuestas afecciones no nos queda de otra que intuir si se trata de psicopatologías como la depresión, de “duelos no resueltos” o cosas por el estilo, pero eso si analizándolo desde el respeto y la comprensión de estos sucesos, ya que por respeto a la verdad, a la familia y a mi profesión, prefiero ahorrarme comentarios acusativos, hasta no aclararlos por completo, cosa que aconsejo que hiciéramos todos. Pero ya volveremos más adelante sobre este hecho.
Ahora concentrémonos en otro hecho, igualmente trágico, porque aún no lográbamos reponernos de esa tarde gris ocañera, cuando ocurre otra desgracia, la noticia titulaba de la siguiente manera: “Es encontrado sin vida bebé recién nacido que fue abandonado”, como si ya no fuera suficiente con la primera noticia, nos terminan de acabar los ánimos con la segunda. Son de esas cosas que la cognición humana no logra comprender, y en seguida el cerebro empieza a bombardear las preguntas existenciales que todos nos hacemos: ¿qué pasó? ¿Por qué de esa manera? ¿Por qué contra un niño inocente? etc., las respuestas no son fáciles, por supuesto no faltan los que quieren reducir esos acontecimientos a la salida más cómoda: “el diablo está suelto en Ocaña”, afirmaron algunos.

Eso es, a grandes rasgos lo que sucedió la triste tarde del 19 de marzo, en la tierra de las Ibáñez, eso es a manera de contexto.
En la civilización del espectáculo, Mario Vargas Llosa inicia precisando que lo que busca es dejar constancia de la metamorfosis de contenido que ha sufrido el término cultura, “se ha confundido cultura con entretenimiento, con eso se ha perdido calidad, excelencia y sobre todo esa capacidad crítica que tenía la cultura para cuestionar lo establecido, la cultura ahora es diversión y entretenimiento por ella compite con otras formas de entretenimiento y la diversión, lo que en el campo especifico de la cultura significa frivolización banalización”, hoy tenemos aún más distorsionada la realidad, todo lo hemos vuelto un espectáculo bochornoso, nos encantan las fotos, los videos, que entre más sangre y traumáticos sean, pues más atractivos son para nosotros y peor aún, los publicamos en las redes sociales, para alimentar nuestros egos queriendo volvernos virales, como si eso fuera necesario para volvernos importantes. Pasamos por encima del dolor de las víctimas, de hecho, los revictimizamos con tanto amarillismo, con tanto comentario vacío, de historias que no conocemos, sino que vamos tejiendo como dije el comienzo, de forma inconexa. Hemos perdido la sensibilidad, el respeto y hemos convertido los hechos dolorosos en una civilización del espectáculo.
Decir que se acabarán los suicidios y que los padres dejarán de abandonar a sus hijos sería utópico, pero sí hay algunas acciones que podemos realizar, para mitigar estas problemáticas, fortalecer las familias como entornos garantes y protectores de los derechos puede ser una y por supuesto, buscar ayuda profesional, esa es trascendental. Tenemos que quitarnos de la cabeza la idea pendeja de que “el psicólogo es para los locos”, hay que hablar, dejarse ayudar, comprendo que para muchos esto puede ser un privilegio, pero tenemos, y eso sí que sabemos usar muy bien, las redes sociales para psico educarnos, tenemos que fortalecer nuestra red de apoyo; que tus pensamientos te “sobre pasen”, no es normal, que pienses insistentemente que la vida no tiene sentido, no es normal. Este tipo de acontecimientos debe llevarnos a replantearnos la vida, a dejar atrás tantos tabúes que no suman, a reflexionar, por ejemplo, para mí cuando alguien se quita la vida, lo siento como una batalla que los psicólogos perdemos, lo asumo personal, como si yo no estuviera haciendo nada por eso. Pero sobre todo debe llevarnos también a no volver los hechos traumáticos de la vida, a través del celular, en una civilización del espectáculo, eso jamás.
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